– ¡A otra rosa, mariposa! Y sin quejas, dijo la abeja.
– ¡Es que estoy muy hambrienta, de dar tantas, tantas vueltas!
– Soy obrera, compañera. Aquí vine a trabajar y vos no dejas de jugar.
– Necesitas un recreo, aseguró sin titubeos la hermosa mariposa.
– Yo saldré a jugar después de descargar mi granito de arena en la colmena.
– Entonces mejor que escuches, mientras llenas tu buche, el canto del colibrí que ya está por venir. Y huele hasta que termines, el aroma de los jazmines. Y recorre todos los colores, del cielo, las plantas y las flores, porque amiga, disculpame que te lo diga, pero tu próxima tarea será ventilar la colmena!
– Mi vida es esa, hermosa princesa: trabajo sin cesar, obedezco sin vacilar y, si puedo, salgo a jugar.
– ¡Qué aburrida es tu vida!, exclamó y el ceño frunció.
– ¿Mi vida? Es divertida, cambio de tareas en cuestión de días. Ni bien tuve uso de razón, me pusieron a limpiar un montón. Y yo aprovechaba para jugar, en lugares donde no se puede estar. Después, siendo nodriza, me moría de risa, hacía una jalea real que dejaba a todos mal. Los zánganos glotones, quedaban tan pipones, que cuando les tocaba fecundar sus alas translúcidas no podían desplegar. Después me tocó ser centinela, y como el panal esta frente a una escuela, me entretenía todo el día mirando la gente que entraba y salía.Y a veces hacía alguna achuría cuando salían al mediodía y se amontonaban frente a la entrada. Un día bajé y un revuelo armé. Yo había escuchado a un abogado decir que había matado a una abeja que había picado a su vieja. Me enfurecí y lo corrí. Todo el mundo se alborotó, hasta la directora corrió! Y ahora que vuelo por donde quiero y elijo yo la mejor flor para trabajar, siempre me encuentro un insecto atento, que hasta mí viene y me entretiene. Como vos, mariposa, que vas a tener que buscar otra rosa, ¡porque el néctar de esta ya esta en mi cesta!
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